El libro Estudios araucanos: materiales para el estudio de la lengua, la literatura i las costumbres de los indios mapuche o araucanos (1895-1897), del lingüista Rodolfo Lenz, es una compilación de textos tradicionales mapuches (narraciones, descripciones, cuentos, etc.), escritos originalmente en mapudungún y traducidos al español, y de diálogos traducidos del español al mapudungún. Con esta obra termina el primer periodo de la tradición escrita de la lengua mapuche –el misional (1606-1894), caracterizado por la publicación de las obras de los misioneros (Valdivia, 1606; Febrés, 1765, 1846a, 1846b, 1846c y Havestadt, 1777)–, dando comienzo al periodo etnográfico (1895-1890), caracterizado por la publicación de textos tradicionales en mapudungún (traducidos al español) que responden a la necesidad de conocer, documentar y preservar la lengua y la cultura de un pueblo que había sido recién incorporado al Estado chileno (Villena, 2017).
Esta obra no solo es importante porque da inicio a un nuevo modelo dentro de la tradición escrita mapuche, sino que es de vital relevancia para el estudio de la lengua, la literatura y la cultura mapuches por variadas razones, dentro de las que destacan las siguientes:
a) Los textos recogidos por Lenz constituyen un extenso testimonio de la lengua y la cultura mapuches de la denominada “Pacificación de la Araucanía”, del momento mismo del confinamiento de la sociedad mapuche en reducciones y de su incorporación como minoría lingüística y cultural al Estado chileno. Las importantes consecuencias de estos procesos hacen posible considerar este periodo como el inicio de la era contemporánea del pueblo mapuche. En este contexto y en palabras de Salas, “la documentación dejada por Lenz en sus textos permitiría, en principio, conocer el mapuche [o mapudungún] tal como era antes de ser afectado por su nuevo entorno social” (Salas, 1992).
b) A través de los Estudios Araucanos hablan por primera vez los mapuches. Anteriormente, la producción escrita en mapudungún consistía fundamentalmente en textos cristianos traducidos desde el español o el latín por parte de misioneros interesados en la evangelización del pueblo mapuche (Sánchez, 1992, p. 284; Villena, 2017). Lenz, en cambio, recopila textos en mapudungún de boca de los propios hablantes, los que luego traduce al español.
c) Lenz entrega, como introducción a los textos recopilados, una descripción del tipo de género tradicional mapuche al que pertenecen, como por ejemplo las narraciones históricas o nütram, los diálogos cotidianos o nütramkan, los diálogos ceremoniosos o kayagtun o los cantos o ül.
d) Los textos fueron recopilados, transcritos y traducidos al español “con el máximo de rigor científico, de acuerdo con los avances que entonces habían logrado la lingüística y, en especial, la fonética” (Sánchez, 1992, p. 284). En efecto, Rodolfo Lenz fue el primer estudioso en proporcionar documentos fiables y de carácter científico para la descripción de la lengua mapuche. Estos documentos, recogidos en diferentes zonas del territorio mapuche, le permitieron plantear la existencia de cuatros variedades dialectales del mapudungún: el nortino o picunche (de Collipulli, Provincia de Malleco, IX Región), el cordillerano o pehuenche (del área cordillerana de la Provincia de Malleco, IX Región), el de la Araucanía central o moluche (actual Provincia de Cautín, IX Región) y el sureño o huilliche (de la Provincia de Osorno, X Región). Lenz fue el primer estudioso del mapudungún en plantear esta división, la que hasta el día hoy tiene vigencia.
Debido a todas estas y otras muchas fortalezas, Estudios Araucanos y su autor han ejercido una influencia profunda y permanente en muchos estudiosos. Entre ellos destacan los misioneros capuchinos Félix José de Augusta (1910) y Ernesto Wilhem de Moesbach (1930), para quienes la lectura de esta obra constituyó un estímulo para recolectar textos etnográficos en mapudungún, y los estudiosos del mapudungún y recopiladores de su literatura Tomás Guevara (1911, 1912), Manuel Manquilef (1911, 1914) y Robert Lehmann-Nitsche (Malvestiti, 2012), quienes, aunque con algunas modificaciones, adoptaron el sistema de transcripción fonética creado por Lenz (Sánchez 1992, pp. 277-278). De hecho, este sistema constituyó la base de los alfabetos empleados por los araucanistas posteriores (Sánchez, 1992, p. 285).
Sin embargo, esta obra también presenta plantea una importante dificultad operacional: los textos mapuches son difíciles de leer. Para estudiosos del mapudungún, la transcripción fonética fina empleada por el autor, “expresada en una simbología idiosincrática muy engorrosa, referida a un marco fonético incipiente, obliga a un laborioso proceso de re-interpretación para separar discriminaciones fonéticas de valor fonémico de otras contextualmente determinadas, de otras que aún siendo consistentes, son irrelevantes, de otras que son solo efecto de la pronunciación ultra-lenta y muy deliberada del dictado, y de otras de dudoso realismo y/o meramente accidentales y ocasionales” (Salas, 1992). Para hablantes o estudiantes de mapudungún sin conocimientos de lingüística esto resulta más complejo aún, puesto que la simbología fonética empleada en la escritura de esta lengua corresponde a un conocimiento especializado, que nada tienen que ver con los alfabetos modernos de esta lengua.
En este contexto, lo que nos proponemos en este proyecto es facilitar y promover la lectura de esta gran obra a través de la modernización de su escritura, para lo cual empleamos el Alfabeto Mapuche Unificado, uno de los más utilizados en la actualidad. De esta forma, esperamos que todos los interesados en la lengua, la literatura y la cultura mapuches puedan acceder a este material a través de una plataforma de descarga y mediante un motor de búsqueda dentro de los textos.
Por último, dada la importancia de esta obra en tanto testimonio del mapudungún pre-reduccional –un mapudungún que todavía no había sido afectado por la lengua española–, nos proponemos también utilizarla como fuente para actualizar los diccionarios mapuches existentes y para obtener información relevante que guíe la creación de nuevas palabras en esta lengua, tarea obligatoria dentro de la traducción de textos al mapudungún. En particular, nos proponemos identificar los sustantivos presentes en Estudios Araucanos que no estén incluidos en los principales diccionarios de esta lengua (Valdivia, 1606; Febrés, 1765a, 1765b, 1846b, 1846c; Augusta, 1916a, 1916b) y determinar la productividad de los procedimientos de formación empleados en su formación.
Respecto de esta última tarea, diversos autores señalan que el diseño de una política institucional sobre la neología de una lengua debería priorizar los procesos y recursos más productivos en la creación neológica espontánea, puesto que estos evidenciarían un mayor grado de naturalidad en la creación de palabras, lo que facilitaría su implantación en el uso real de los hablantes (Cabré et al., 2002, p. 165). En este sentido, Cabré (2000, p. 87) señala que para que la neología logre implantarse en el uso, ha de conocer los recursos que con más fuerza y espontaneidad y utiliza la colectividad hablante, analizarlos, y, si los considera convenientes, explotarlos al máximo en sus creaciones, para así promoverlos y confiar paulatinamente la creación de recursos estables a la propia comunidad. Por tanto, el conocimiento de los procedimientos de formación de sustantivos1 mapuches más productivos es fundamental para la creación de palabras nuevas que permitan traducir textos provenientes de ámbitos (como el judicial, el educativo, el médico o el asistencial) para los cuales el mapudungún no tiene la terminología necesaria.
1. Decidimos que nuestras unidades de análisis serán exclusivamente sustantivos con los propósitos de acotar el corpus de análisis y favorecer la planificación de la mayor cantidad de neologismos. Esto último, sobre la base de que, tal como lo han demostrado diversas investigaciones (Fuentes et al., 2009; Cabré et al., 2002), los nombres son los neologismos más productivos, tanto en la neología espontánea como en la planificada. Según Fuentes et al. (2009), esto podría deberse a que “el hablante denomina primeramente objetos concretos o abstractos con los que puede designar diversas realidades, tal como se ha dado históricamente en la lengua española” (Fuentes et al., 2009, p. 119).